jueves, 14 de febrero de 2013


EVALUAR:
¿QUÉ?
¿CÓMO?
¿CUÁNDO?
¿PARA QUÉ?

¿Qué significa evaluar?

Consideraciones generales

“Dar una nota es evaluar, hacer una prueba es evaluar, el registro de las notas se denomina evaluación. Al mismo tiempo varios significados son atribuidos al término: análisis de desempeño, valoración de resultados, medida de capacidad, apreciación del “todo” del alumno” (Hoffman, 1999)
En el lenguaje cotidiano, el concepto de evaluación es polisémico porque éste se impone o no en la práctica según las necesidades mismas de la evaluación y en función de las diferentes formas de concebirla. En efecto, puede significar tanto estimar y calcular como valorar o apreciar. Quizá en este sentido, conviene no olvidar tampoco desde la dimensión pedagógica las implicancias polivalentes del término: la evaluación hace referencia a un proceso por medio del cual alguna o varias características de un alumno, de un grupo de estudiantes o un ambiente educativo, objetivos, materiales, profesores, programas, etc, reciben la atención de quien evalúa, se analizan y se valoran sus características y condiciones en función de parámetros de referencia para emitir un juicio que sea relevante para la educación.
Así pues, la evaluación, en términos generales, supone una instancia de valoración. En los términos particulares de la evaluación educativa es posible distinguir varios objetos de evaluación cuyas relaciones implícitas son evidentes. Entre otros, es posible valorar: el sistema educativo, las instituciones, el profesorado, los materiales de la enseñanza, los proyectos educativos y los aprendizajes.
En el caso particular de la evaluación de los aprendizajes de los alumnos, evaluar supone conocer qué y para qué evaluar, para lo cual es requisito esencial recoger información, formular un juicio de valor y tomar decisiones con vista al futuro.
Como señala Imbernón (1), fue Tyler (2) en los años cuarenta quien al plantear la educación como un proceso definió a la evaluación como una instancia en que debía establecer en qué medida se habían alcanzado los objetivos establecidos inicialmente. Dos décadas después, aparecerían nuevas preocupaciones éticas y sociales respecto a la problemática evaluativa desarrollarían en la década del setenta, otros enfoques como las alternativas cualitativas. Y así, podemos llegar a concebir a la evaluación educativa ya no como una finalidad de la enseñanza sino como un medio de perfeccionamiento y mejora constante.
En virtud de este proceso histórico es posible reconocer diferentes concepciones de evaluación. Desde el paradigma cuantitativo ésta puede ser entendida como objetiva, neutral y predictiva, de manera tal que centra en la eficiencia y la eficacia. Lo que se evalúa es pues, los productos observables.
Pero desde una perspectiva cualitativa, por el contrario, la evaluación se centra en reconocer lo que esta sucediendo y comprender qué significado esta tiene para las diferentes personas, en este caso no solo se evalúa el producto sino también el proceso.
Para un tercer paradigma, el crítico, la evaluación no solo se centra en recoger información sino que también implica diálogo y autorreflexión.
Otra dimensión de análisis respecto a las evaluaciones es considerar que éstas pueden ser sumativas o formativas. Mientras que las primeras se centran en el producto final, las segundas se orientan más hacia los procesos.

Funciones de la evaluación ¿Para qué evaluar?

Desde el punto de vista social, es posible identificar diversas funciones como:
a.La selección social: históricamente, y aún en la actualidad, la evaluación ha cumplido la función de dirigir mecanismos de selección y control social. Tal como señala Foucault: “El examen combina las técnicas de la jerarquía que vigila y las de la sanción que normaliza. Es una mirada normalizadora, una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar. Establece sobre los individuos una visibilidad a través de la cual se los diferencia y se los sanciona.” (Foucault, 1993). Y en este sentido, “Es el examen, (según Diaz Barriga) el instrumento que permite invertir los problemas sociales en pedagógicos” (Litwin, 2003)
b.Medir la calidad del sistema educativo, control del sistema (3): La tendencia actual entiende a la evaluación como una actividad política y administrativa, y es una parcela de las políticas sociales y de administración pública en tanto el conjunto mismo de las políticas y los servicios públicos se han vuelto objeto de evaluación. Las causas de este fenómeno se deben a:
**Razones económicas y presupuestarias**: contención del gasto público y prioridades en la asignación de recursos
**Presión de la opinión pública** (rendición de cuentas): Exigencia de transparencia, en armonía con los principios de una gestión democrática.
Consecuentemente, se produce un cambio en la administración pública, del modelo del control vía legalidad se pasa a otro racional-burocrático, en donde se miden los resultados de las políticas propuestas.
c. Promoción, acreditación y certificación: estas funciones, aún cuando pueden ser analizadas desde un punto de vista pedagógico, poseen también claras dimensiones sociales en tanto suponen, entre otros aspectos, la legitimación de competencias profesionales frente al resto de la sociedad.
Desde el punto de vista estrictamente pedagógico, es posible identificar, siguiendo la enumeración que realiza De Ketele (4), las siguientes funciones para la evaluación:
a. Certificación: Supone un balance respecto a objetivos terminales, los macro-objetivos que integran un número relativamente significativo de objetivos intermedios (micro-objetivos). Lo relevante en términos de certificación se refiere particularmente a la integración. Por otra parte, la certificación es una decisión dicotómica en tanto ésta se otorga o no.
b.Clasificación en el interior de una población: Esta función se refiere a la realización de un balance de objetivos de perfeccionamiento (los que el maestro fija para aprovechar al máximo las capacidades de cada alumno)
c. Balance de objetivos intermedios: Esto supone promediar resultados intermedios para obtener una valoración global, la cual debe pronunciarse respecto al éxito o el fracaso de todo el proceso.
d. Diagnóstico: El objetivo es poder describir una situación para tomar decisiones de ajuste.
e.** Clasificación**: El objetivo es establecer niveles para tomar decisiones respecto a la organización de la población en subgrupos. Estos subgrupos pueden responder a criterios de selección homogénea o heterogénea según el caso.
f. Selección: Supone un criterio de nivel mínimo requerido, y representa el típico sistema del “examen de ingreso”.
g. Predicción: Fundamentada en investigaciones previas postula la estabilidad de las condiciones en las que se ha realizado la observación valorativa,
h. Jerarquización: Supone el orden en que deben abordarse diferentes objetivos pedagógicos.

Instrumentos de evaluación ¿Cómo evaluar?

La evaluación, como hemos mencionado, puede ser utilizada como un instrumento de control social que fija parámetros y legitima niveles de acreditación. Sin embargo, una mirada reflexiva sobre las prácticas pedagogicas, implica concebirlos como herramientas que permiten identificar el modo en que el alumno construye su conocimiento. Esto implica:
Comprender el significado de las respuestas elaboradas por el alumno.
Considerar el tipo de información relevada por el docente en relación al proceso de aprendizaje y al proceso de producción.

¿Qué tipo de requisitos deben tenerse en cuenta al tomar decisiones respecto a la evaluación?

Los instrumentos de evaluación, no pueden plantearse al margen de los criterios de validez, confiabilidad, practicidad y utilidad que mencionaremos a continuación:
*Validez: se refiere al grado de precisión con que se mide lo que se desea medir. En este sentido es absolutamente relevante la muestra sobre la cual se ejecuta la medición. Porque no se trata de determinar si el instrumento es o no válido. La validez se refiere siempre a los resultados, para lo cual deben considerarse el uso que se hará de éstos. “Cuando se requiere determinar si un instrumento es válido se requiere, entonces, información acerca de los criterios que han presidido su construcción y administración. Los criterios son entonces, externos a la evaluación misma” (Camilioni, 2003)
Existen por otra parte, siguiendo a Camilioni, diferentes clases de validez, entre las que podemos identificar:
Validez de contenido (validez curricular): deberá representar una muestra significativa del universo de contenido cubierto por el curso o la unidad didáctica... en todos los casos, deberá referir a los contenidos más importantes según sea su significatividad en el aprendizaje de los alumnos.
Validez predictiva: se refiere a la correlación existente entre los resultados obtenidos en una o varias pruebas combinadas y el desempeño posterior del alumno en aspectos que corresponden al área evaluada por esas pruebas.
Validez de construcción: supone la coherencia del instrumento respecto al marco teórico que sustenta el proyecto pedagógico.
Validez de convergencia: establece la relación que existe entre un programas de evaluación o un instrumento y otros programas o instrumentos de validez ya conocida.
Validez manifiesta: se refiere al modo en que los instrumentos aparecen frente al público externo. La razonabilidad debe ser visible y explicable a fin de que no sólo sea válida sino que también parezca serlo.
Validez de significado: se refiere a la relación que se establece desde la perspectiva de los estudiantes entre el programa y los instrumentos de evaluación, por un lado y los procesos de enseñanza y aprendizaje por el otro.
Validez de retroacción: cuando la evaluación tiene un efecto normativo sobre los contenidos de la enseñaza, esto es, la evaluación establece lo que se debe enseñar.
*Confiabilidad: se refiere al grado de exactitud con que se mide un determinado rasgo. La confiabilidad debe ser estable y objetiva, independientemente de quien utiliza un programa o un instrumento de evaluación. “Un instrumento confiable permite aislar los aspectos que mide de otros que para el caso se consideran irrelevantes” (Camilioni: 2003)
*Practicidad: se refiere a la viabilidad de la construcción, administración y análisis de resultados.
*Utilidad: refiere a la medida en que una evaluación resulta últil para la orientación tanto de los alumnos como de los docentes, la escuela o a los sectores interesados en la calidad de la educación.

Tipos de instrumentos de evaluación

En la carpeta de trabajo se mencionan diversos instrumentos de evaluación y se clasifican según estén orientadas hacia los procesos o hacia los productos. En el primer grupo se mencionan los portafolios, las entrevistas, las observaciones documentadas, los registros de aprendizajes diarios, la auto evaluación, los informes de entrevistas sobre proyectos, productos y muestras del alumnos y la expresión en voz alta del pensamiento del alumno. Más orientadas a la evaluación de productos encontramos instrumentos tales como las pruebas de ensayo (que pueden ser de respuesta extensa o limitada), los proyectos, las carpetas de trabajos, Muestras, Investigaciones, Productos de expresión artística y test estandarizados del tipo de “Multiple choice”.
De Ketele, describe una serie de estrategias de evaluación que, en nuestra opinión, conforman una buena orientación al momento de definir cual sería el instrumento de evaluación más adecuado:
Evaluación clásica puntual empírica: en esta categoría ubica los exámenes escritos tradicionales y la “lección oral” tradicional que denomina “Entrevista libre”. Al respecto de este tipo de evaluaciones señala que a menudo no están establecidos claramente los criterios de evaluación porque muchas veces se trata de criterios implícitos.
Evaluación centrada en los objetivos: incluye aquí otros instrumentos de evaluación que se diseñan conforme a parámetros más precisos, como los tests o entrevistas centradas en objetivos, así como el análisis de contenidos. Estos instrumentos se caracterizan por poseer criterios explícitos aunque varíe su nivel de puntualización.
Evaluación durante el proceso: aquí se encuentran diferentes alternativas de observación destinadas a establecer valoraciones a lo largo del proceso educativo. De Ketele denomina a estos instrumentos “observación libre, sistemática y provocada”.

Notas

  1. Imbernón, Francisco (1993) “Reflexiones sobre la evaluación en el proceso de enseñanza-aprendizaje. De la medida a la evaluación", en Revista Aula de Innovación Educativa Nro 20, Año II, Depto de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga
  2. TYLER, RALPH (1973), “INTRODUCCIÓN Cap. 1”, en: Principios básicos del currículo, Troquel, Buenos Aires.
  3. Cano García E.(1998), Evaluación de la calidad educativa, capítulo IV, ”La evaluación de la calidad de los sistemas educativos”. Editorial La Muralla, Madrid
  4. DE KETELE, J. M. (1984), “Cap. 2: Evaluar para educar: ¿por qué?, ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?", en: Observar para educar, Visor, Madrid, pp. 13 a 27 y pp. 29 a 32.

Bibliografía

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Cano García E.(1998), Evaluación de la calidad educativa, capítulo IV, ”La evaluación de la calidad de los sistemas educativos”. Editorial La Muralla, Madrid
CELMAN, S. (1998), “Es posible mejorar la evaluación y transformarla en herramienta de conocimiento?”, en: CAMILLONI Y OTRAS, La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo, Paidós, Buenos Aires, pp. 35 a 66.
DE KETELE, J. M. (1984), “, “Cap. 1: “Educar, evaluar, observar: el marco de la problemática” y “Cap. 2: Evaluar para educar: ¿por qué?, ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?", en: Observar para educar, Visor, Madrid, pp. 13 a 27 y pp. 29 a 32.
Foucault, M. (1993), “El examen”, en: Díaz Barriga, A. (comp.), El examen, textos para su historia y debate, UNAM, México, pp. 62-71.
HOFFMAN, J. (1999), “Cap. 1: “Evaluación y construcción del conocimiento”, en: La evaluación: mito y desafío: una perspectiva constructivista, Mediaçäo, Porto Alegre.
Imbernón, Francisco (1993) “Reflexiones sobre la evaluación en el proceso de enseñanza-aprendizaje. De la medida a la evaluación", en Revista Aula de Innovación Educativa Nro 20, Año II, Depto de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga
ROTTEMBERG, ANIJOVICH (2005) “Cap. 4 La evaluación” en: Estrategia de enseñanza y diseño de unidades de aprendizaje, Universidad Nacional de Quilmes (Carpeta de Trabajo)
TYLER, RALPH (1973), “INTRODUCCIÓN Cap. 1”, en: Principios básicos del currículo, Troquel, Buenos Aires.

EXTRAÍDO DE:

LA EVALUACIÓN EDUCATIVA: CONCEPTOS, 
FUNCIONES Y TIPOS. 
 La evaluación es hoy quizá uno de los temas con mayor protagonismo del 
ámbito educativo, y no porque se trate de un tema nuevo en absoluto, sino 
porque administradores, educadores, padres, alumnos y toda la sociedad en su 
conjunto, son más conscientes que nunca de la importancia y las repercusiones 
del hecho de evaluar o de ser evaluado. Existe quizá una mayor consciencia de 
la necesidad de alcanzar determinadas cotas de calidad educativa, de 
aprovechar adecuadamente los recursos, el  tiempo y los esfuerzos y, pro otra 
parte, el nivel de competencia entre los individuos y las instituciones también es 
mayor. 
 Quizá uno de los factores más importantes que explican que la evaluación 
ocupe actualmente en educación un lugar tan destacado, es la comprensión por 
parte de los profesionales de la educación de que lo que en realidad prescribe y 
decide de facto el "que, cómo, por qué y cuándo enseñar" es la evaluación. es 
decir, las decisiones que se hayan tomado sobre "qué, cómo, por qué y cuándo 
evaluar". En general, uno de  los objetivos prioritarios de los alumnos es 
satisfacer las exigencias de los "exámenes". En palabras de A. de la Orden 
(1989): "la evaluación, al prescribir realmente los objetivos de la educación, 
determina, en gran medida... lo que los alumnos aprenden y cómo lo aprenden, 
lo que los profesores enseñan y cómo lo enseñan, los contenidos y los métodos; 
en otras palabras, el producto y el proceso de la educación... querámoslo o no, 
de forma consciente o inconsciente,  la actividad educativa de alumnos y 
profesores está en algún grado canalizada por la evaluación". 
 Todos estos factores han llevado a una "cultura de la evaluación" que no 
se limita a la escuela sino que se extiende al resto de las actividades sociales. 
 Concretamente, en nuestro país, la ampliación del ámbito de la evaluación 
desde los resultados y procesos del aprendizaje de los alumnos hasta el propio 
currículo (en sus distintos niveles de concreción), la práctica docente, los 
centros, el sistema educativo en su conjunto, etc, ha dibujado en los últimos 
años un nuevo escenario para las prácticas evaluativas, que se han desarrollado 
a todos los niveles de manera muy importante. 
1.- CONCEPTOS BÁSICOS Y FUNCIONES DE LA EVALUACIÓN 
EDUCATIVA 
1.1.- Clarificación de conceptos
 Es importante, antes de abordar  cualquier contenido de evaluación, 
distinguir algunos conceptos fundamentales, tales como evaluación calificación y 
medida.   El concepto de evaluación es el más amplio de los tres, aunque no se 
identifica con ellos. Se puede decir que es una actividad inherente a toda 
actividad humana intencional, por lo que debe ser sistemática, y que su objetivo 
es determinar el valor de algo (Popham, 1990). 
 El término  calificación está referido exclusivamente a la valoración de la 
conducta de los alumnos (calificación escolar). Calificar, por tanto, es una 
actividad más restringida que evaluar. La calificación será la expresión cualitativa 
(apto/no apto) o cuantitativa (10, 9, 8, etc) del juicio de valor que emitimos sobre 
la actividad y logros del alumno. En este juicio de valor se suele querer expresar 
el grado de suficiencia o insuficiencia, conocimientos, destrezas y habilidades del 
alumno, como resultado de algún tipo de prueba, actividad, examen o proceso. 
 Se evalúa siempre para tomar decisiones. No basta con recoger 
información sobre los resultados del proceso educativo y emitir únicamente un 
tipo de calificación, si no se toma  alguna decisión, no existe una auténtica 
evaluación. 
 Así pues, la evaluación es una actividad o proceso sistemático de 
identificación, recogida o tratamiento de datos sobre elementos o hechos 
educativos, con el objetivo de valorarlos primero y, sobre dicha valoración, tomar 
decisiones (García Ramos, 1989). 
La evaluación, por tanto, se caracteriza  como:  
 Un proceso que implica recogida de información con una posterior 
interpretación en función del contraste con determinadas instancias de referencia 
o patrones de deseabilidad, para hacer posible la emisión de un juicio de valor 
que permita orientar la acción o la toma de decisiones. 
 Finalmente, deben  diferenciarse los conceptos de investigación y 
evaluación. Ambos procesos tienen muchos elementos comunes, aunque se 
diferencian en sus fines: 
 - La evaluación es un proceso que busca información para la valoración y 
la toma de decisiones inmediata. Se centra en un fenómeno particular. No 
pretende generalizar a otras situaciones. 
 - La investigación es un procedimiento que busca conocimiento 
generalizable, conclusiones (principios, leyes y teorías), no tiene necesariamente 
una aplicación inmediata (De la Orden, 1989). 
1.2.- Ámbitos de la evaluación
   
 Tradicionalmente, la evaluación se ha venido aplicando casi con 
exclusividad al rendimiento de los alumnos, a los contenidos referidos a 
conceptos, hechos , principios, etc., adquiridos por ellos en los procesos de 
enseñanza. A partir de los años sesenta, la evaluación se ha extendido a otros 
ámbitos educativos: actitudes, destrezas, programas educativos, materiales 
curriculares didácticos, la práctica docente, los centros escolares, el sistema 
educativo en su conjunto y la propia evaluación.  Esta extensión de la evaluación a otros ámbitos tuvo lugar en los Estados 
Unidos a finales de los años 50 debido a circunstancias tales como: la crítica a la 
eficacia de las escuelas públicas, la gran inversión dedicada a la educación que 
exigía una rendición de cuentas (Accountability), etc. Por tanto, el campo de 
aplicación de la evaluación se extiende  a alumnos, profesores, directivos, 
instituciones, la administración, etc. Y  va a ser, precisamente, a raíz de la 
extensión del ámbito evaluador cuando  van a surgir una serie de modelos de 
evaluación de gran relevancia. 
1.3.- Evaluación/promoción
 La decisión de promoción es la que, con más frecuencia, debe enfrentar el 
profesor, desde las promociones formales (curso a curso) hasta las promociones 
diarias (de una tarea a otra, cuando se considera que se ha alcanzado un nivel 
de conocimientos suficiente).   
Por tanto, la evaluación puede resultar un elemento estimulante para la 
educación en la medida en que pueda desembocar en decisiones de promoción 
positivas, y para ello es preciso  que el sistema educativo sea público y 
coherente, ofreciendo la información precisa para ofrecen la dificultades que 
puedan surgir. Para ello, es necesario  una definición clara de los objetivos 
previos y una recuperación inmediata en  caso de fracaso. En caso de que el 
fracaso sea reiterado, se hace imprescindible la utilización de procesos 
diagnósticos y terapéuticos. Por tanto, lo deseable es la promoción tanto desde 
el punto de vista del aprendizaje como  desde el punto de vista del desarrollo 
armónico de la persona. 
2.- TIPOS DE EVALUACIÓN
 Esta clasificación atiende a diferentes criterios. Por tanto, se emplean uno 
u otro en función del propósito de la evaluación, a los impulsores o ejecutores de 
la misma, a cada situación concreta, a los recursos con los que contemos, a los 
destinatarios del informe evaluador y a otros factores. 
2.1.- Según su finalidad y función
a)  Función formativa: la evaluación se utiliza preferentemente como estrategia 
de mejora y para ajustar sobre la marcha, los procesos educativos de cara a 
conseguir las metas u objetivos previstos. Es la más apropiada para la 
evaluación de procesos, aunque también  es formativa la evaluación de 
productos educativos, siempre que sus resultados se empleen para la mejor 
de los mismos. Suele identificarse con la evaluación continua. 
b)  Función sumativa: suele aplicarse más en la evaluación  de productos, es 
decir, de procesos terminados, con realizaciones precisas y valorables. Con 
la evaluación no se pretende modificar, ajustar o mejorar el objeto de la evaluación, sino simplemente determinar su valía, en función  del empleo 
que se desea hacer del mismo posteriormente.  
2.2.- Según su extensión
a) Evaluación global: se pretende  abarcar todos los componentes o 
dimensiones del alumnos, del centro  educativo, del programa, etc. Se 
considera el objeto de la evaluación de un modo holístico, como una totalidad 
interactuante, en la que cualquier modificación en uno de sus componentes o 
dimensiones tiene consecuencias en el resto. Con este tipo de evaluación, la 
comprensión de la realidad evaluada aumenta, pero no siempre es necesaria 
o posible. El modelo más conocido es el CIPP de Stufflebeam.  
b) Evaluación parcial: pretende el  estudio o valoración de determinados 
componentes o dimensiones de un centro, de un programa educativo, de 
rendimiento de un alumnos, etc. 
2.3.- Según los agentes evaluadores
a)  Evaluación interna: es aquella que es llevada a  cabo y promovida por los 
propios integrantes de un centro, un programa educativo, etc. 
 A su vez, la evaluación interna ofrece diversas alternativas de realización: 
autoevaluación, heteroevaluación y coevaluación.  
 * Autoevaluación: los evaluadores  evalúan su propio trabajo (un alumno 
su rendimiento, un centro o programa su propio funcionamiento, etc). Los roles 
de evaluador y evaluado coinciden en las mismas personas. 
 * Heteroevaluación: evalúan una actividad, objeto o producto, evaluadores 
distintos a las personas evaluadas (el Consejo Escolar al Claustro de profesores, 
un profesor a sus alumnos, etc.) 
 * Coevaluación: es aquella en la  que unos sujetos o grupos se evalúan 
mútuamente (alumnos y profesores mutuamente, unos y otros equipos docentes, 
el equipo  directivo al Consejo Escolar y viceversa). Evaluadores y evaluados 
intercambian su papel alternativamente. 
b)  Evaluación externa: se da cuando agentes no integrantes de un centro 
escolar o de un programa evalúan su funcionamiento. Suele ser el caso de la 
"evaluación de expertos". Estos evaluadores pueden ser inspectores de 
evaluación, miembros de la Administración, investigadores,  equipos de 
apoyo a la escuela, etc. 
 Estos dos tipos de evaluación son muy necesarios y se complementan 
mutuamente. En el caso de la evaluación de centro, sobre todo, se están 
extendiendo la figura del "asesor externo", que permite que el propio centro o programa se evalúe a sí mismo, pero le ofrece su asesoría técnica y cierta 
objetividad por su no implicación en la vida del centro. 
2.4.- Según el momento de aplicación
a)  Evaluación inicial: se realiza al comienzo del curso académico, de la 
implantación de un programa educativo, del funcionamiento de una institución 
escolar, etc. Consiste en la recogida de datos en la situación de partida. Es 
imprescindible para iniciar cualquier  cambio educativo, para decidir los 
objetivos que se pueden y deben conseguir y también para valorar si al final 
de un proceso, los resultados son satisfactorios o insatisfactorios. 
b)  Evaluación procesual: consiste en la valoración a través de la recogida 
continua y sistemática de datos, del funcionamiento de un centro, de un 
programa educativo, del proceso de aprendizaje de un alumno, de la eficacia 
de un profesor, etc. a lo largo  del periodo de tiempo fijado para la 
consecución de unas metas u objetivos. La evaluación procesual es de gran 
importancia dentro de una concepción  formativa de la evaluación, porque 
permite tomar decisiones de mejora sobre la marcha. 
c)  Evaluación final:  consiste en la recogida y valoración de unos datos al 
finalizar un periodo de tiempo previsto para la realización de un aprendizaje, 
un programa, un trabajo, un curso escolar, etc. o para la consecución de 
unos objetivos.  
2.5.- Según el criterio de comparación
 Cualquier valoración se hace  siempre comparando el objeto de 
evaluación con un patrón o criterio. En  este sentido, se pueden distinguir dos 
situaciones distintas: 
a) En caso de que  la referencia sea el propio sujeto (sus capacidades e 
intereses, las metas que se había  propuesto alcanzar, considerando el 
tiempo y el esfuerzo invertidos por el sujeto, y teniendo en cuenta sus 
aprendizajes previos) o cualquier otro objeto de la evaluación en si mismo 
(las características de partida de un programa, los logros educativos de un 
centro en el pasado, etc.), estaremos empleando la AUTOREFERENCIA 
como sistema 
b) En el caso de que las referencias no sean el propio sujeto, centro, programa,
etc., lo que se conoce como HETEROREFERENCIA, nos encontramos con 
dos posibilidades: 
   
 b.1) Referencia o evaluación criterial:  
 Aquella en las que se comparan los resultados de un proceso educativo 
cualquiera con los objetivos previamente fijados, o bien  con unos patrones de 
realización, con un conjunto de situaciones deseables y previamente establecidos. Es el caso en el que comparamos el rendimiento del alumno con 
los objetivos que debería haber alcanzado en un determinado plazo de tiempo, o 
los resultados de un programa de educación compensatoria con los objetivos 
que éste se había marcado, y no con los resultados de otro programa. 
   
 b.2) Referencia o evaluación normativa:  
 El referente de comparación es el nivel general de un grupo normativo 
determinado (otros alumnos, centros, programas o profesores). 
 Lo correcto es conjugar siempre  ambos criterio  para realizar una 
valoración adecuada, aunque en el caso  de la evaluación de alumnos, nos 
parece siempre más apropiada la evaluación que emplea la autorreferencia o la 
evaluación criterial. El empleo  de uno u otro tipo de evaluación dependerá 
siempre de los propósitos de la evaluación y de su adecuación al objeto de 
nuestra evaluación. BIBLIOGRAFÍA
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