jueves, 31 de enero de 2013


EL NIÑO DEL SIGLO XXI TAMPOCO TIENE TIEMPO PARA SER NIÑO.

El niño del siglo XXI. Patricia Tobaldo
Nacido en la era de las computadoras, las consolas de video-juegos e Internet. Le encanta Harry Potter, Crepúsculo y los chicles de color fluor. Escucha rap, reggae, hip-hop y cumbia villera.
Aunque ponga los codos sobre la mesa ya no se le castiga con dejarlo sin postre. Tiene entre 6 y 10 años; no es ni pequeño ni adulto, pero sufre ya el estrés del consumo del nuevo siglo. Es el objetivo comercial favorito de fabricantes de juguetes, comida "chatarra" y tecnología.
¿Con que sueña el niño del siglo XXI? ¿Qué lo hace feliz?¿En que se diferencia de la generación de sus padres?
El mundo avanza en todos los sentidos de la palabra y la sociedad de hoy no tiene nada que ver con la de ayer, la de hace 30 años. El niño del siglo XXI es más concientes de las preocupaciones cotidianas que los de la generación de sus padres.Esa suerte de híbrido entre madurez y candor encuentra su referencia en los modelos que elige: las niñas, genralmente, se identifican con las estrellas de la canción y los iconos de la TV actual. Los niños con las estrellas de football, los líderes de las bandas musicales del momento y los héroes de ficción (cine y video-juegos); no obstante para ambos sexos los padres siguen siendo los referentes más fieles.
El niño del siglo XXI teme no poder triunfar en el mundo que le toca desarrollarse. Desde muy pequeño debe responder a una serie de mandatos sociales: ser el mejor de la clase, un gran deportista, el mejor compañero. Quizás esta sea la razón por la cual el niño del siglo XXI busca evadirse refugiándose en el mundo de sus antihéroes: Harry Potter es su favorito porque es un niño corriente, usa anteojos y goza de mediano rendimiento escolar. "Mario", el video juego más vendido en la historia (160 millones de unidades vendidas desde 1980), es un hombrecillo regordete y de profesión fontanero, es el antihéroe por excelencia, adorado por los niños del siglo XX y del hasta ahora siglo XXI, porque representa los valores positivos de la vida: se puede mover en cualquiera de los sentidos, es muy poderoso y es hábil en todo aquello que se proponga, sobretodo en los deportes.
El niño del siglo XXI está demasiado inmerso en la realidad y no tiene tiempo para soñar, tampoco para aburrirse; siendo que el aburrimiento es necesario en el proceso de construcción de la identidad del ser humano.



Un poco de sarcasmo en una historieta...



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